lundi 29 mars 2010

El cielo del revés




El piloto no nos había avisado de nada. No. A saber si se habría dormido, pero de improviso, el avión golpeó el suelo con mucha fuerza. ¡Plom! ¡Cataplom! pegó varios saltos, arriba, abajo. Mi whisky saltó por los aires con gran sentimiento por mi parte. Algunos pasajeros gritaban, un poco alarmados. Pudimos ver que se abría una grieta en el lado izquierdo del fuselaje, y al otro lado, la pista del aeropuerto (cosa que siempre es mas tranquilizadora que si desde el agujero lo que se ve es la catedral de Colonia, por un poner). Por fin, tras dar varios tumbos se detuvo. Los altavoces empezaron la retahila de "gracias por haber volado con Sabena, esperamos verles, etc, etc..." La gente estaba un poco nerviosa, corriendo hacia la grieta, pero yo, que soy un gentleman, me lo tomé con flema. Cogí mi paraguas y mi sombrero hongo y con toda la calma del mundo salí por la puerta, ni grieta ni narices. Tarareaba entre dientes "What a wonderful day" de Louis Amstrong cuando oí una explosión a mi espalda, pero, oyesss, un caballero no se vuelve a ver esas cosas, que luego se convierte en estatua de sal.

Unos metros delante de mí, caminaba una maciza que estaba sentada en la fila de al lado. Morena, ágil, con unos movimientos felinos, la tez bronceada (el cuerpo ¡ay!, el cuerpo no lo sé), los ojos casi amarillos y las pupilas casi verticales. Aceleré el paso y me puse a su altura: "Glorious day, isn't it?, the sun is shining, it's warm..."
Me miró con desprecio. Sus pupilas se hicieron más estrechas y esbozó una mueca que dejó ver dos afilados colmillos... Ya sé, ya sé, amables lectores que estáis esperando que de repente se convierta en una pantera o algo así y que salte sobre mi gañote y me descuartice... pues sus fastidiáis, os quedáis con dos palmos de narices. Que simplemente siguió andando sin mirar. Yo también seguí mi camino.

En la terminal me estaba esperando Ban Ki-Moon, que me sonrió y me dijo "¡Gimme five"!. Chocamos las palmas de las manos. Pero, acto seguido me tuve que ir al servicio, ya no podía aguantar mas. Y allí, sucedió la tragedia: el grifo se rompió; mi sombrero, mi traje se llenaron de agua, empecé a llorar...

Y eso ha sido todo, Doctor. Por favor, ¿le importaría aflojarme esta camisa que me ha puesto que no me deja mover las manos?. Me pica la nariz y tengo que rascarme. Es como si me desgarraran por dentro...

NOTA del sanatorio: El paciente Claudio Sorokin, también conocido por "el Claudillo" apareció al día siguiente de su relato, delirando y con huellas de garras en todo su cuerpo. Repetía "¡Hola, soy Edu, feliz Navidad" una y otra vez. Mandamos analizar las huellas que llenaban su cuerpo. Parecían de pantera, pero oyess, vaya una leche, salvo algunos amables lectores del blog, nadie se cree que hubiera un pantera suelta en pleno Luxemburgo.



Tom Waits. Never talk to strangers

lundi 15 mars 2010

Tal vez el mejor restaurante de México




Queridos amigos, parientes, deudos, allegados, primos, compadres, comadres y demás gente que circula por el planeta bloguero y tiene el extraordinario buen gusto de leer esta especie de tontunas que, de cuando en vez (ya os explicaré por qué lo digo al revés) escribo para desaburrirme (yo tenía un profesor que decía que aburrirse viene de burro) pues eso, que quiero salir de esa condición burril. Decía que, queridos etc, etc (no voy a repetir todo, que se me van a quemar las lentejas que tengo en la lumbre), acabo de llegar de México. O como dirían mis cuates: "recién me regresé de Méééxico". Pues sí, he estado en México unos días. Cortos días. Ya os contaré más cosas, pero hoy, os voy a hablar (a platicar, quíhubole) del restaurante al que me llevaron mis compadres en México (ojo, para los no iniciados: México es la capital de la República. Lo demás es eso, "la república")

Mis compadres me llevaron a lo que se supone que es el mejor restaurante de México, llámase "San Angel Inn". A ver cómo lo pronunciáis: no me lo pronunciéis todo seguido, porque va a parecer que se trata de un ángel pequeñito: San angelín. Así es que, tomad aire levemente entre Angel e Inn. Venga, una dos y tres: San Angel (respirad un pelín) INN. Vale. Ya sé que se hubiera podido llamar "la Posada de San Angel", pero el nombre no lo he inventado yo. Es una hacienda colonial magnífica. No tengo otra palabra. Está -como su nombre indica- en San Angel, cerca de Coyoacán, y al ladito mismo del estudio de Diego Rivera. Sólo verlo, ya vale la pena, pero además se come rebién. Padrísisísimo (que se note que vengo de allá)



Como toda hacienda que se precie, tiene su capilla y todo:



Y unos salones principescos:









Aparte las comidas tipo internacional, hay platos totalmente mexicanos. Pedimos como entrada unos ostiones al gratín (o sea, ostras, no se me escandalice el público. Se llaman así en México) y, unas crepas de Huitlacoche. El huitlacoche es un hongo que crece en las espigas de maíz. Si eso te pasa en las llanuras de Albacete, se te joroba el maíz y te echas a llorar. Adiós maíz. Pero en México se come y está bueno, de verdad.




Crepas de huitlacoche



Con lo que no me atreví es con los escamoles. Los escamoles son huevos de hormiga. Sí, como suena, huevos de hormiga. He prometido que la próxima vez los voy a probar (también es cierto que más de una promesa he roto en la vida) . En mis tiempos mexicanos comí saltamontes en Oaxaca, una especie de rata (Tepezcuintle) y alguna otra cosilla simpática, pero no había probado nunca los escamoles. Para empezar, son muy caros (os imagináis, sacándole los huevos a una hormiga) y no los tienen en casi ningún sitio.

En fin, que lo pasé muy bien. Ya os seguiré contando más cosas de México.

Post Scriptum de Octubre 2010: Un nuevo viaje me ha descubierto dos nuevos restaurantes de gran nivel:

http://diriodeunaburrido.blogspot.com/2010/10/dos-nuevos-candidatos-mejor-restaurante.html



Vicente Fernández: Aprendiste a volar


(No se me arremolinen, doñas, la canción de Vicente Fernández que adjunto no implica que comparta sus puntos de vista machistas)