mardi 25 janvier 2011

Punta del Este y la isla de lobos


Iba a empezar diciendo que ya se han pasado las nieves, que ahora sólo llueve y el tiempo está gris, que era hora de hacer volar nuestras fatigadas molleras hacia climas más clementes, latitudes más brillantes llenas de sol y de mar, alegría jolgorio y tal, cuando me he enterado que en el aeropuerto de Domodedovo en Moscú, un suicida se ha cargado a treinta y tantas gentes. Lo siento. He aterrizado y despegado decenas de veces de ese aeropuerto y, por eso, el tema me afecta. Publiqué hace tiempo en este blog un artículo en clave jocosa sobre Domodiedovo. Podéis verlo pinchando aquí. La broma se ha esfumado y solo queda la angustia y el dolor de las víctimas. No puede haber razón alguna sobre la tierra que justifique la matanza de gentes inocentes.

Pero en fin, ese no era el tema. Iba a hablar de mis vacaciones en Punta del Este, en Uruguay. Ya casi se me han olvidado, con tanta nieve y tanto frio como hemos pasado después, pero venga, Sorokin, un esfuerzo y vamos a ello. Bueno, pues par centraros el tema os diré que Punta del Este es una punta y que está al este. Fácil ¿eh? además, está en Uruguay aunque esté lleno de argentinos, a los que les queda mayormente cerca.

Yo estuve en un hotel al ladito mismo de la playa, como se ve en la foto de cabecera. Hotel tranquilo y agradable, pero a varios kilómetros del centro. La cosa es que para ir al centro hay autobuses, pero si te dan las tantas de la noche de bronca y jarana, te quedas bastante colgado. Hay una parada de taxis al lado del Casino, pero la noche en la que queríamos volver al hotel no había ni uno. Bien es cierto que había una cabina con un teléfono y un letrero que decía "Taxis". Un servidor, se metió en la cabina, descolgué el teléfono... y en eso aparecieron una docena de personas reclamándome un taxi con vehemencia. Debo tener cara de telefonista. Bueno, al final volvimos al hotel. Ni me acuerdo cómo.

Punta del Este tiene un montón de buenos restaurantes y, os voy a dar un consejo, amiguetes. Si no sois uruguayos, pagad con la tarjeta de crédito. En volviendo a Bruselas, me he encontrado con la agradable sorpresa que me han devuelto el IVA en todas las facturas de restaurantes. Es obvio que si pagas al contado no te van a devolver ni mocos.

Mi favorito entre todos ellos es La Cantina del Club de Pesca. No hagáis caso de lo de club, etc, etc, está abierto a todo el mundo, es agradable, se come bien, las vistas son magníficas y no es muy caro:



Teníamos ganas de comer pescado, porque tras pasar por Buenos Aires y atiborrarnos de bifes de chorizo y otras carnazas, nos lo estaba pidiendo el organismo. El pescado más común en la zona es la brótola. No sé cómo se llama en mi pueblo ni en ningún otro lado, pero tiene una pinta como esta:



Y cocinada con salsita tomatera, camarones y mejillones, en el Club de Pesca queda más o menos así:







Recomendable, muy recomendable. Otro descubrimeinto importante en Uruguay fue el vino tinto. Eso sí, a no beber con pescado, sino con los buenos filetes de lomo que también se comen por aquí. El Tannat roble es un vino recio y con carácter, pero con una buena carne a la parrilla es excelente. Tomen nota, mis cuates:







La Isla de Lobos


Pero, sin duda, lo mejor de Punta del Este es ir a darse una vuelta por la Isla de Lobos. La isla es la segunda reserva mundial de focas, lobos marinos, otarios, etc. La lenguas del lugar dicen que hay 200.000. No sé quien las habrá contado, pero oye, no soy yo quien vaya a discutir mil más o mil menos. Para ir a la isla hay que coger (agarrar, vaya, que estamos en América) un barquito que sale del puerto y tras una travesía de una media hora saltando sobre las olas, te lleva a la costa de la isla. No se puede desembarcar porque los animalicos están protegidos. De hecho, el faro de la isla es el más alto de América para que su luz no les moleste. El guía dice que todo eso es gracias a Brigitte Bardot. Pues será, tampoco lo voy a discutir.



Parece que se agrupan en familias, como los humanos, pero lo que si se nota es que es una delicia verlas tomando el sol o extendidas sobre una roca. De verdad. Si vais a Punta del Este no os perdàis lo de las focas.













Aquí os dejo con toda la bolilla foquil. Hasta la próxima, amigotes

mardi 4 janvier 2011

Navidades nevadas (y 2: epílogo)




Bueno, queridos amigos, colegas, compañeros, lectores ilusos y sin ilusionar, he recibido un montón de mensajes de inquietud por vuestra parte, telex, cartas, SMS, e-milios, etc interesándose por la miserable suerte de los que estábamos aislados por la descomunal tormenta de nieve. Hasta Wikileaks, me consta, se ha puesto en contacto con el Departamento de Estado para preguntarle si sabía algo de cómo iba Sorokin y sus allegados. Por tanto, he decidido que debía sacaros de esta horrible inquietud y deciros que ¡ya no hay nieve! podríamos salir de casa si quisiéramos (en fin, salvo menda, que se ha pillado monstruoso catarro con toda esta movida y me estoy perdiendo las rebajas, Shit!)

Pero, para que os quedéis tranquilos, os contaré como han ido estos dias de encierro y nieve. Para empezar, he decubierto que el Champagne hay que beberlo así:



Todas esas moderneces de frigoríficos, congeladores, etc, no son sino un torpe remedo de la idea original de Dom Perignon y sus coleguitas, los monjecillos que se inventaron esto de el vino con burbujas. Está claro que la idea era refrigerarlo en la nieve. Veamos, pensad (si tras los abusos de estas fiestas todavía podéis) ¿Se bebe el champagne caliente?, a ver, ánimo, responded: la respuesta es... ¡no!, se bebe frío. ¿Había frigoríficos en el siglo XIV? Otra vez ¡no! y... ¿cómo se enfriaba el preciado líquido? pues... con lo que había que era: ¡¡¡nieve!!!. Lógicamente, en la campiña de Reims sólo había nieve en invierno... y ahí tenéis la explicación de por qué desde hace siglos el champagne se bebe en Navidad. (A ver, mis amigos del hemisferio sur, que en el S XIV ni siquiera se había descubierto América, por lo tanto los monjes no sabían que en Montevideo en Navidad hace un calor del copón) Oigo vuestros aplausos en el ciberespacio por mi agudo razonamiento.

Vale, ya estuvo suave, Sorokin. Es que mi pobre abuelita murió hace ya un chingo, o sea que si no me doy coba yo, no me la da ni el empleado del Post Office ni nadie.

Otra ventaja del aislamiento es que he tenido que ir a la cava a hurgar entre mis botellas del año del pum para acompañar fundamentalmente los quesos que deben seguir a las ostras y los bogavantes (oye, yo seré manchego, pero en esto de comer sigo las costumbres del sitio que me acoge). Abrí una botella de Vosne-Romanée (1) de 1990, como podéis ver:




Me da casi como corte contaros cómo estaba el cabrón. Fabuloso. Increíble. Tiene además uno efectos catárquicos (especialmente sobre los comensales femeninos) que no voy a pasar a detallar. Ojo con el Borgoña, mesdames, no abuséis. No digo más, que luego tó se sabe.

(1): Vosne-Romanée es una de las viñas más cotizadas de Borgoña:
http://en.wikipedia.org/wiki/Vosne-Romanée_wine

Bueno, pues voy a dejar de daros la brasa, una vez que ya os he tranquilizado sobre como nos van las cosas, porque estoy tosiendo como un maldito y me voy a empujar algo que me suavice la garganta. Tengo una botella de "Elias Mora" tinto de Toro esperando. Sé que me va a ir bien, porque está bien "chambré" y no es como si fuera un vino frío y tal. Entre tanto, que los Reyes os traigan muchas cosas. En fin, si consiguen salir del encierro en el que los han metido en la Grand Place de Bruselas:




Entre tanto, me iré a silbar en la colina en cuanto me cure del catarro:



Joe Dassin: "Elle m'a dit d'aller siffler là haut sur la colline"

Un abrazote a todos. Feliz 2011